La Virgen porta en el brazo derecho un cesto con las dos
palomas o tórtolas para la ofrenda en el Templo de Jerusalén, como prescribía
la Ley (Levítico), una vez cumplido el tiempo de purgación por el nacimiento de
los hijos varones. Jesús Urrea la considera "pieza fundamental para el
estudio de la escuela juniana". Sigue el esquema de la Virgen con el Niño
de Tudela de Duero, de la última etapa de Juni caracterizada por el sosiego de
su postura, la expresión ausente y el volumen desmesurado de unos ropajes que
la ensanchan y monumentalizan.
El Niño es el más movido del grupo, mantiene el cruce de
piernas habituales de Juni, pero reduce el nerviosismo y alegría de vivir
característicos de los niños y se abandona en una paz espiritual de la que se
contagia la Madre.
María, aplomada y frontal, se viste con pesados ropajes de
pliegues mayoritariamente verticales para disimular un ligero balanceo,
mostrando su rostro un gesto de serena nobleza. Es una de las imágenes femeninas
más bellas de Anchieta. El modelo lo seguirá posteriormente en Briviesca
(Burgos) y Navarrete (La Rioja). La ejecución de esta pieza la realizaría en
una de sus últimas estancias en Valladolid, en torno a 1566.
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